Mitsuoka, la fina línea entre originalidad y bizarrismo

Japón es un país asiático carismático y admirado por su cultura, su historia, su arte, su comida y sobre todo, para el Gasari Drivers Club, sus coches. Aquí somos amantes del mundo JDM, de hecho, el Dr. Gasari alguna vez ha confesado que posee un modelo japonés de cada tipo de tren motriz y diferentes cilindros… Pero hoy venimos a hablaros de la que un día se convirtió en la décima marca de automóviles registrada de Japón, Mitsuoka Motor.

En la isla asiática han florecido muchas corrientes de estilo automovilístico, cuya base siempre ha sido la de ser el más original o simplemente, destacar entre la muchedumbre. No es para menos cuando en su capital, Tokio, viven 37 millones de personas, con un parque automovilístico que ronda los 3 millones de coches. Destacar es casi una necesidad y allí más que en ningún lado, el coche es una extensión de la personalidad.

¿Cuándo nace Mitsuoka Motor? 50 años creando rarezas sobre ruedas

Existen numerosos preparadores de coches, especialistas en marcas o modelos, pero Mitsuoka va más allá, no personaliza el coche, lo transforma, y lo hace con un gusto un tanto peculiar, por no decir raro. Como en otras marcas niponas, hay un señor Mitsuoka que en 1968 funda su pequeña empresa, Susumu Mitsuoka, pero esta era un taller de reparaciones especializado en marcas extranjeras.

A la derecha Susumu Mitsuoka

Un buen día un cliente lleva su microcar de una marca italiana sin determinar, y como no existen piezas allí para repararlo Mitsuoka fabrica las suyas propias y nace su primer coche, el BUBU-50. Aquí se despierta la pasión del fabricante por crear coches únicos, hasta que en 1994 crean su primer coche, el Mitsuoka Zero. Si te gustan los coche ingleses notarás cierto parecido con un Lotus Seven, pero el chasis era de creación propia. De hecho, la pasión por esos coches de su creador influencia en muchas de sus creaciones más populares.

La firma recibe un increíble apoyo a nivel estatal y mediático en su país, así que pronto pasa de empresa modificadora a marca automovilística registrada, en 1996, cuando el Zero pasa los crash test de Japón.

Mitsuoka verdaderamente revolucionó la industria cuando se aventuró a presentar en el Salón de Tokio de 2001 el primer prototipo del Orochi. Un coche que posiblemente jamás les habría perdonado Ayrton Senna, ya que usaba como base un Honda NSX. El Dr. Gasari lo define como «original» pero dice que solo después de beberte cuatro whiskys, una botella de shake y un chupito de licor de lagarto. El nombre y la inspiración estética provienen de un dragón mitológico de ocho cabezas de la cultura japonesa.

Simplemente no debemos tener el gusto asiático, porque aunque aquí pueda parecer un biplaza muy raro de motor central fruto del diseñador de monstruos de la Fosa Mariana, se vendieron las 400 unidades programadas, sin chasis de NSX pro suerte, y que usaban un motor V6 de origen Toyota de unos 230 CV. Hubo más versiones, a cada cual más grotesca o llena de apéndices aerodinámicos, y dicen que si ves uno, te sale un orzuelo.

El más popular en Japón es el Mitsuoka Viewt, un Nissan Micra con trastorno de personalidad de un Jaguar Mk2. Incluso lo hay cabrio. Otros menos famosos son el Galue, basado en varias berlinas de Nissan en sus diferentes evoluciones intentando ser un Rolls, o el Nouiera, un Honda Accord con tantos faros que sale más caro cambiar las bombillas que comprar uno nuevo.

Después hay creaciones muy extravagantes, como el Mitsuoka Le Seyde Dore, que usa como base un Mustang de la generación denominada «Fox-Body», los de los 80. Es más ancho y más largo, con un diseño barroco que recuerda a los famosos Excalibur, pero cuya carrocería de fibra quería imitar a los Mercedes-Benz SSK de los años 20. Solo lo había con volante a la izquierda, hasta que Mitsuoka empezó a usar Nissan Silvia para ser más atractivos en Japón, y como no, alguien lo ha usado para drift. Dentro vídeo:

Los modelos que se basan en los Mazda MX-5 podrían salvarse de la quema tal y como nos dice el Dr. Gasari. Empezando por el Mitsuoka Himiko, o Roadster, que se basa, efectivamente, en el roadster nipón de la generación NC, por lo que tenemos un «Neo-Morgan» con motor de 2.0 litros y cambio manual.

Actualmente Mitsuoka Motor usa el MX-5 ND para crear un coche totalmente opuesto a su corriente estética de inspiración británica, el Rock-star. Se trata de una mini réplica de un Chevrolet Corvette C2 en la que personalizan hasta el interior.

¿Se ha detenido el raro fabricante japonés? Para nada, hace dos años presentó su primer SUV, como muchos fabricantes de lujo, el Mitsuoka Buddy. Es la reencarnación de los Cheby Blazer de los noventa, un coche que en esta ocasión nos atreveríamos a decir que gana con la transformación, ya que esconde un modesto Toyota Rav4.

No sabemos cuál será la siguiente creación de Mitsuoka, ni si empezará a trabajar con modelos eléctricos, pero aplaudimos la originalidad. En un mundo de aburridos modelos de chasis escalables, estos japoneses usan 45 cualificados artesanos para crear a mano cada nueva creación. Podrán no gustarte estéticamente pero rompen la monotonía de la industria, quizás haga falta una pizca de esa originalidad en sus nuevas creaciones. ¿O deberíamos prohibir que fabriquen más modelos a los señores de Mitsuoka?